Una tradición que sigue teniendo vigencia hasta estos días
en Marruecos es el: té. Si entras a una casa, si vas a
comprar (o a regatear) en una tienda y hasta en los restaurantes, los
marroquíes acostumbran a ofrecer un humeante, dulce y aromático té de menta, el famoso té moruno.
Siempre es un momento apropiado para servirlo,
a toda hora, antes y después de la
comida, de día y de noche, cualquier excusa es buena para compartir esta
bebida.
A pesar de beberse bien caliente,
la sensación de calor pasa rápidamente.
Hay todo un ritual, que va desde
la elección de las hojas hasta la forma de volcar el agua caliente en el vaso.
El secreto para un buen té está
en caramelizar primero el azúcar y luego volcar el agua fría, agregar té verde
y ya con el fuego apagado, abundantes
ramas de menta (algunos usan hierbabuena). Se sirve en pequeños vasos
decorados.
Y tal como nosotros con el mate,
beber un vaso de té en buena compañía y una charla agradable, es toda una
experiencia. Se dice que los mejores negocios se cierran en Marruecos con un
buen vaso de té.
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