En pleno
desierto del Thar, en la región de Rajasthan, se levanta la ciudad dorada de Jaisalmer.
Sus edificios, construidos con la piedra arenisca del desierto,
resplandecen bajo el sol, dando el color dorado característico.
Por su ubicación estratégica en la ruta del
comercio de especias, en el año 1156 Rawal Jaisal, construyó uno de los fuertes
más grandes del mundo, que encierra en su interior numerosas viviendas, un
laberinto de callejuelas por donde pasean personas junto con las vacas sagradas,
templos y puestos de todo tipo de mercancías, incluido frutas y verduras. Dentro de sus murallas destacan el Palacio Real (Raj Mahal), el templo
Laxminath y los bonitos Havelis (casas con patio que tenían algunos
comerciantes adinerados del norte de la India)
Muchas de las casas y templos están esculpidos
delicada y elegantemente, dando un aspecto único, parece una ciudad mágica
salida de un cuento.
En el pasado toda la población de Jaisalmer
vivía dentro del fuerte, en la actualidad son unas 4.000 personas consideradas
de las castas más altas de la India son las que residen dentro, el resto de la
población de unos 80.000 habitantes, en viviendas construidas a los pies de la
colina de la fortaleza, donde también hay hoteles y restaurantes.
Otra de las características que sobresale de
la ciudad son sus habitantes, que entablan fácilmente conversación,
siempre con una sonrisa pintada en sus rostros, más relajados y amigables que
en el resto del país. Un dato curioso, a los niños nunca se les dice la edad
que tienen para no condicionar su comportamiento expectativas en la vida, así
crecen considerando que la vida es una cuestión de actitud.
El broche de oro
e imprescindible de la visita a Jaisalmer es el paseo en camello hacia el
desierto para esperar el atardecer en sus dunas y disfrutar del espectáculo de
miles de estrellas inundando el cielo.
Diferente, mágica y pintoresca Jaisalmer es un regalo para
los sentidos.
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