Tallin, la joya de los países bálticos

Estonia, es un bello país de pequeños pueblos y verde paisaje, situado en el extremo noroeste de la Unión Europea, limitando con Rusia y Letonia, donde destaca Tallin, su capital.


Tallin, a orillas del mar Báltico, es una auténtica joya declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, una ciudad amurallada que encierra un centro histórico predominantemente medieval con algunos edificios góticos y de arquitectura hanseática. No solo su casco antiguo sino también su muralla defensiva son uno de los mejores conservados de toda Europa que durante siglos fue el centro de una importante encrucijada de rutas en el norte de Europa que enlazaba los Países Bajos, Alemania y Polonia con Rusia. Esta situación privilegiada la convirtió en un objetivo muy apetecible por lo que la ciudad, desde su nacimiento, siempre estuvo rodeada de murallas.
Es una ciudad pequeña, que se puede recorrer perfectamente en un día, aunque ahora está de moda y es una clásica elección para fines de semana largos entre los países de la región.

La mejor manera de comenzar un recorrido por la vieja ciudad es entrar por la Puerta Viru con sus dos torres cilíndricas rematadas con tejados cónicos, y ya en intramuros se extiende un laberinto de callejuelas estrechas, siendo la única excepción la Calle Viru, que corre casi recta hasta la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la ciudad, conocida como Raekoja Plats, lugar de paso obligatorio ya que cualquier paseo por su entramado de calles conduce inevitablemente al que durante más de 800 años ha sido el centro de la vida política, comercial y social de la capital, lugar de mercadeo, de encuentros e incluso escenario de ejecuciones públicas. En una de las esquinas de la plaza se encuentra la farmacia más antigua de Europa, fundada en 1422 y que en su momento vendió hierbas “milagrosas”, pociones secretas y hasta polvo de unicornio.


Desde esta Plaza se puede subir a la Torre del Ayuntamiento y tener una de las mejores vistas de la ciudad. El Ayuntamiento es un edificio gótico construido en los años 1402-1404, está coronado por una popular veleta, Viejo Tomás (Vana Toomas) que es la figura de un soldado medieval convertida en el símbolo de la ciudad.


Dominando a la ciudad, la colina de Toompea aglutina la mayor parte del barrio alto de la capital de Estonia. El edificio que más destaca es el castillo, ubicado frente a la catedral sobre un acantilado de piedra caliza, se alza el castillo de Toompea, sede del Parlamento de Estonia. El edificio data de la época de Catalina la Grande. Otros monumentos destacados son la catedral ortodoxa de Alexander Nevski y la medieval de Santa María, pero sin lugar a dudas, son sus dos miradores el principal reclamo turístico de este imprescindible rincón de Tallin. El ascenso hacia el barrio de Toompea se realiza por la calle Pikk y al pasar por los arcos de una torre que nos conduce directamente hasta la calle Pikk jalg, que asciende en una suave pendiente hacia la parte alta de la ciudad.

Una mezcla perfecta de lo medieval y lo moderno, en las mismas calles de la ciudad vieja se encuentran bares, discotecas y restaurantes modernos, tiendas, lujo y última tecnología. El ambiente de sus callejones empedrados invita a escuchar su música tradicional, probar los platos más típicos y disfrutar de bonitas vistas que parecen sacadas de una postal. Todas estas características hacen que lo mejor de Tallin sea simplemente callejear, pasear por sus murallas medievales, subir a sus miradores y disfrutar de la ciudad. Si durante el día Tallin asombra por su belleza, al caer la noche, las calles adoquinadas y los edificios históricos perfectamente iluminados dan a la ciudad una atmósfera única, todo se viste de ocre mientras los bares, pubs y terrazas cobran vida.

Y si se quiere llevar algo de Estonia al regresar a casa, uno de los recuerdos favoritos de los visitantes, son los chocolates y ahumados. Nunca se queda mal con una caja de los deliciosos bombones Kalev o con el licor "Vana Tallinn" (Viejo Tallinn), la bebida nacional de Estonia, dulce y muy fuerte, que se bebe solo o mezclado con café. Vana Tallinn existe en la versión original, 40%, 45%, 50%, y también en la versión cremosa, de chocolate y de naranja. Otra tradición es el mazapán.


Y mucho más que hacen de Tallin una ciudad mágica propia de un cuento de hadas.



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