Lisboa, ¿cómo no enamorarse de ella? | portugal
Luminosa y encantadora, una ciudad
que enamora a primera vista, así es Lisboa, la capital de Portugal.
De origen fenicio, a los que
siguieron griegos, cartagineses, romanos y musulmanes, hasta tuvo períodos de dominación
española y francesa, alcanzo su esplendor en el siglo XV con la era de los
descubrimientos. Navegantes de pura cepa, aventureros, comerciantes y
emprendedores.
La ciudad creció al ritmo del fado
y hoy está de moda, fue nombrada en 2017 y 2018 como la mejor ciudad europea por
el Word Travel Awards.
Lisboa son sus barrios “bairros”,
sus múltiples rinconcitos llenos de vida y personalidad. Asentada sobre las
orillas del río Tajo, se extiende por siete colinas, fáciles de recorrer entre
sus fachadas azulejadas, combinando las caminatas con el nostálgico tranvía (no
se puede dejar Lisboa sin pasear en Nº 28), los elevadores y los funiculares.
El barrio más antiguo es Alfama,
de callecitas estrechas y empinadas, casas bajas con sus techos de tejas rojas,
lugar donde nació el fado, la canción típica y melancólica de Portugal. Ideal
para recorrerlo sin rumbo fijo, para deambular, visitar sus miradores como el
Das Portas do Sol, el Mirador de Santa Luzia o el Castillo de San Jorge.
Visitar la milenaria Catedral da Sé, los grafitis de la Rua Norberto de Araujo
que cuentan la historia de la ciudad. Y
hablando de historia, este barrio tiene vestigios de cada civilización que pasó
por la ciudad murallas visigodas, restos árabes y ruinas de un teatro romano
entre otros.
Dejando Alfama, seguimos por el bohemio
Chiado, cada rincón recuerda la elegante y delgada presencia del
escritor Fernando Pessoa, en especial en el reducto de los intelectuales del
principio de siglo XX, el Café A Brasileira, donde se puede experimentar la
bica, el típico café de Lisboa, semejante al expresso italiano, corto y fuerte. También es visita obligada, la
cervecería más conocida de Lisboa, “Cervejeria da Trindade” en la Rua Garret,
la más animada del barrio, inaugurada en 1836, ocupa el lugar del Refectorio
del Convento de los Frailes Trinos, cuya primera fase de construcción data de
1286, bellísimamente decorada con azulejos blancos y azules y sus techos abovedados. La Librería
Bertrand con casi 3 siglos de antigüedad y una impresionante escalera, está
registrada en el libro Guinnes como la más antigua del mundo en funcionamiento.
A 5 minutos está el famoso
elevador de Santa Justa, que nos lleva al Bairro Alto, para subir a la zona
alta y si hay mucha cola, queda la opción de usar las escaleras que están
detrás del Convento do Carmo.
Justo en la desembocadura del río
Tajo, el Barrio de Belem, que evoca la edad dorada de los descubrimientos, con
la Torre de Belem, el Monasterio de los Jerónimo y el gran Monumento a los
Descubrimientos, homenaje a los grandes navegantes portugueses.
Pero Lisboa también tiene su parte
moderna, alrededor de la Rua Nova do Carvalho (Pink Street), con su suelo rosa,
es el mejor escenario de la noche portuguesa desde el año 2013, llena de
restaurantes, discotecas y bares de copas. De día, galería de arte callejero
con sus graffitti y por la noche considerada una de las calles más divertidas
de toda Europa.
En la zona portuaria totalmente
restaurada en el Barrio Alcantara, se puede disfrutar de un ambiente animado en
restaurantes y bares. En LX Factory, la antigua área industrial, se concentra
moda, arte y gastronomía.
Y Lisboa es también gastronomía,
sus más de mil maneras de preparar el bacalao, toda la variedad de mariscos y
pescados, acompañado por el vino portugués, de carácter único, que cuenta con
seis denominaciones de origen. Postres como los pasteis de Belem, cuya receta
es el secreto mejor guardado. Sus mercados como el Campo de Ourique, el de la
Ribeira o el Mercado Time Out ideales para pasar un buen momento y conocer toda
la oferta de platos típicos y cocina de autor, el bullicio de sus bares y el
aroma a café.
No hay visita completa, sin un
paseo por la ciudad en el tranvía 28 que recorre los principales puntos
turísticos de este fantástico destino.
A todo esto se le suma la
amabilidad y hospitalidad de su gente, de sus habitantes orgullosos de su
tierra, su hablar cadencioso que suena
como la mejor canción.
De Silvia Socci
Para Destefanis Travel
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