Berlín, Berlín, Berlín. Muchos conocen su historia, política y economía pero no todos saben lo que es sentir Berlín. Por eso hoy, Destefanis Travel decidió dedicarle una nota entera a esta bella ciudad.
La capital alemana no es como cualquier otra metrópoli, al contrario, es especial y cautivante. Berlin no es estéticamente bella, sino que tiene una atmósfera diferente, un fuerte pasado y una singular arquitectura.
Desde su fundación en 1307, Berlin fue capital del Reino de Prusia, la República de Wimar y el Tercer Reich. Sin embargo, fue a partir de la guerras cuando la ciudad germana cambia drásticamente su fisionomía. Después de la Segunda Guerra mundial, la ciudad fue dividida; la parte este se convirtió en la capital de la República Democrática Alemana, mientras que la región oeste se transformó en un enclave de la República Federal de Alemania.
Esta ciudad ha pasado por largas transformaciones urbanísticas y arquitectónicas, unas más bellas que otras, pero todas han dejado una huella en su paisaje.
Desde el prontuario de los reyes prusianos, pasando por la obsesión Nazi o rusa por construir una ciudad acorde a sus ideales, hasta la fiebre arquitectónica de la unificación de los 90; la arquitectura de Berlín fue siempre al compás de su historia.
Sólo entre sus salas de conciertos se destacan la Orquesta Filarmónica de Berlín -considerada como una de las mejores del mundo-, la Orquesta Sinfónica de Berlín, la Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín y la Orquesta Sinfónica de Radio Berlín.
La capital germana recibe, cada año, a millones de extranjeros que vienen para disfrutar de sus diferentes eventos culturales. Los festivales de mayor importancia son el de cine y literatura. Pero el fuerte de esta metrópolis es el turismo. En Berlin hay muchísimas cosas para ver:
El Muro de Berlin, construcción no solo física sino ideológica que dividió a Berlin durante años; la Mühlenstraße donde se puede ver el tramo más famoso de esta reliquia histórica; el Checkpoint Charlie, punto de acceso para extranjeros y exiliados de la RDA.
La Puerta de Brandeburgo, antigua puerta de entrada a la capital y uno de los principales símbolos tanto de la ciudad como de Alemania. No se trata de un arco de triunfo, sino que era el acceso, a modo de propileos, al «Nuevo Berlín» de la época.
Contigua al Memorial del Holocausto, 2.711 bloques de hormigón que recuerdan los horrores del holocausto judío.
A pocos minutos (caminando) de la puerta, la Postsdamerplaz. Esta zona quedó totalmente destruida tras los bombardeos de los aliados. Con la reunificación este fue el principal foco de actividad constructora en la ciudad, se dispuso la construcción de varios edificios que sirvieran de sede para las empresas más importantes del país. Hoy, este centro comercial y empresarial es icono de la modernidad alemana.
En Barrio Gubernamental, se encuentra el Reichstag, sede del parlamento federal que fue total reconstruido en su interior y tiene una cúpula de cristal (obra del gran Norman Foster) con una vista panorámica de Berlin.
La Alexandreplatz es la plaza berlinesa mas antigua y en donde el gobierno comunista de la RDA dejó su huella más visible a través de la Fernsehturm, torre de televisión de 368 m de altura, que es vista desde casi cualquier punto de la ciudad.
Para los admiradores de la arquitectura, una buena visita es la del edificio del Banco DZ, obra de Frank O Gehry. La estridencia de los colores, la calidez del espacio y la diversidad de materiales es fascinante.
La Siegessäule es la columna de la victoria que está ubicada en el Tiergarten y conmemora las tres victorias alemanas en el siglo XIX. Nike, la diosa griega de la victoria corona esta monumento y fue la protagonista en la película Tan lejos, tan cerca del director alemán Wim Wenders.
El Tiergarten es el principal parque de Berlín y una muestra del gran contraste entre las partes central y este de la ciudad, que están densamente urbanizadas y las zonas del oeste que se abren a zonas verdes boscosas, con los lagos alimentados por los ríos Spree y Havel.
Otra gran parte natural en Berlin es la que rodea al zoológico. Y, justo frente al Zoofenster, está el edificio más alto del Berlín del Este diseñado por Christoph Mäckler y Richard Rogers. En éste se ubica el pequeño edificio Bikini-Berlin, obra de la arquitectura de los años cincuenta, que funciona como centro comercial. Pero si de comercio se trata, Friedrichstraße es el centro cultural, económico y caté de Berlin.
En estos espacios verdes, y con un admirable orden, los berlineses de desplazan en sus bicicletas, saludan amablemente sonríen de vez al pasar.
Además, Berlin alberga 365 museos que, claramente, no he podido conocer todos pero se destacan: el Museo Egipcio de Berlín que alberga una de las más importantes colecciones mundiales de objetos del Antiguo Egipto entre ellos el célebre busto de la reina Nefertiti; el Museo Humboldt de Historia Natural que posee el esqueleto montado de dinosaurio más grande del mundo; y el Museo Judío de Berlín que tiene una muestra permanente de dos mil años de historia germano-judía.
Berlín no está al alcance de cualquiera, Berlín requiere de la curiosidad y la conexión de su visitante.
Berlín me fascinó. Me atrapó, me hizo vibrar. Me conmocionó. Me enamoró. Algún día volveré, lo juro ( es la promesa que hace todo el mundo que capta la esencia auténtica de esta ciudad), para volver a perderme en tus calles, entre la multitud, admirando las huellas de la historia. Volveré para ser parte del paisanaje, entrar en tus galerías y contemplar tu arte, buscar aquellos bares para conocer tus gentes, hablar con ellos y beber con ellas. Volveré para solucionar lo que tenemos tú y yo pendiente.
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