Avignon, es una pequeña ciudad a
orillas del Río Ródano, en la región de la Provenza, fundada por los fenicios
de Marsella a mitad del s.VI aC. Al nombrarla lo primero que viene a la mente
es la antigua canción infantil de Pierre Certon (Siglo XVI). Aunque su letra habla de un baile "sobre el punte de Avignon", probablemente se habría bailado debajo del puente (sous le pont) donde cruzaba
una isla, un lugar de recreo, donde hubo en el pasado jardines y el baile folclórico
era un pasatiempo popular durante muchos años.
Fue popularizada en una opereta de 1876 que rebautizó la canción, como actualmente, “Sur le Pont d'Avignon” con una melodía totalmente distinta a la original.
Fue popularizada en una opereta de 1876 que rebautizó la canción, como actualmente, “Sur le Pont d'Avignon” con una melodía totalmente distinta a la original.
El famoso puente se llama Bénezet,
nombre del niño pastor quien, según la leyenda, recibió de Dios el encargo de
construir el puente y transportó una piedra gigante hasta el río como prueba de
su poder. Sobre el mismo puente se encuentra la pequeña capilla de San Bénézet.
El puente no conduce a ningún lado, de los 22 arcos que lo formaban, solo
quedan 4 y se acaba en la mitad del río.
Pero la historia real de esta
ciudad está marcada por la religión. En el siglo IV se establece el Papado, en
el que residieron siete Papas. Restablecido en Roma, Aviñón perdió importancia
como centro religioso, pero continuó perteneciendo al Vaticano hasta 1793,
cuando se unió a la naciente Republique Française en el contexto de la
Revolución francesa.
Hoy en día Aviñón alberga más de
90.000 habitantes y recibe cada año a unos 4 millones de turistas. Su centro
histórico es impresionante y está protegido por la UNESCO: el Palacio Papal, la
Catedral de Notre-Dame-des-Doms, el Puente de Avignon, el Petit Palais y las
murallas construidas por los papas para proteger a la ciudad de la crecida del
río.
A esto se suma la misma ciudad, sus calles adoquinadas y angostas, casas antiguas, capillas, conventos, negocios tradicionales y de los más exóticos, tiendas de antigüedades, mercados de pulgas, animadas plazas La pequeña ciudad se camina de punta a punta fácilmente y en cada esquina hay algo para ver: músicos, estatuas vivientes, bailarines, pintores, gente bohemia.
Al otro lado del río, se puede disfrutar del pulmón verde además de obtener fabulosas vistas de la ciudad para fotografiar.
A esto se suma la misma ciudad, sus calles adoquinadas y angostas, casas antiguas, capillas, conventos, negocios tradicionales y de los más exóticos, tiendas de antigüedades, mercados de pulgas, animadas plazas La pequeña ciudad se camina de punta a punta fácilmente y en cada esquina hay algo para ver: músicos, estatuas vivientes, bailarines, pintores, gente bohemia.
Al otro lado del río, se puede disfrutar del pulmón verde además de obtener fabulosas vistas de la ciudad para fotografiar.
Indudablemente es una ciudad que
sorprende, accesible, diferente y mucho más que la conocida canción.
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