Escapada a Varsovia

En mi viaje particular a Europa del Este del paquete de Destefanis Travel comparto cabina con cinco polacos que hablan poco inglés pero se preocupan por traducirme cada vez que viene un oficial, vendedor o personal del tren a comunicar algo. Interrumpen sus lecturas para preguntarme de dónde soy y me miran sorprendida cuando les respondo que soy una argentina que vino a pasar la noche a su ciudad. Es que llegar hasta aquí desde Berlín son 6 horas de viaje.

Ya en Warszawa agarro mi mochi América del Sursalgo de la estación y me encuentro con uno de los edificios más imponentes que he visto en mi vida: el Palacio de Ciencia y Cultura de Varsovia.




 En este teatro se encuentran, por año, miles de directores y productores jóvenes con ganas de explotar culturalmente la capital polaca. Gracias a sus numerosos sitios musicales, incluyendo el Teatro Wielk, sede dela Ópera Nacional Polaca, la Cámara de la ópera, el Salón Filarmónico nacional y el Teatro Nacional, Warsaw (en inglés) es sede de numerosos eventos y festivales mundiales. Si apenas piso tierra polaca me encuentro con esta inmensidad arquitectónica, me imagino que esta ciudad tiene mucho para ver. Así que paso por el hostel y luego me voy a recorrer la zona.



Después de esta hora de intercambios gesticulares con la comunidad polaca del hotel, me voy a cumplir lo que vine a hacer: conocer Varsovia. Aunque su nombre no resuene mucho en el turismo argentino, Varsovia fue candidata para la Capital Europea de la Cultura 2016 y es uno de los principales centros económico-financieros y culturales europeos.   Siguiendo las recomendaciones locales, lo primero que hago es ir al Stare Miato (Old Town). Este centro histórico de la ciudad, completamente destruido a raíz del Alzamiento de Varsovia en 1944, fue reconstruido meticulosamente después de la guerra. La reliquia de este centro es encantadora, tanto que en 1980 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.  




Además de este, la capital tiene varios encantos. Mi viaje relámpago no va a poder conocer todos en profundidad. Pero, por lo menos una visita exterior a cada uno es suficiente (por esta vez). Monumentalmente, se puede admirar el Castillo Ostrogski (S XVII), sede del Museo Chopin; el Real Castillo Ujazdów, sede delCentro de Arte Contemporáneo; la Galería Nacional de Arte Zachęta, sitio de exhibiciones más antiguo de Varsovia.
Entre los museos más recomendables están: el de Historia de los Judios que explora los profundos hoyos sociales que sufrió este pueblo durante las guerras; el Nacional de Varsovia, con una amplia colección de pinturas del país; el Museo de Colecciones Carroll Porczyński que dispone de cuadros de Rubens, Goya, Constable, Renoir, van Gogh y Dalí.   A los polacos les gusta mucho el arte y la cultura. Los varsovianos son cordiales y las varsovianas son bellísimas. No es casualidad que el nombre Warszawa viene del posesivo del nombre de un pescador pobre llamado Wars y su mujer, una sirena llamada Sawa. Por eso, desde la segunda mitad del siglo XVII, el emblema de la ciudad es dicha sirena con una espada y un escudo en sus manos.
Varsovia es una metrópolis para caminar e ir mirando con atención cada una de sus edificaciones. El aspecto actual de esta localidad fue determinado por la destrucción del 80% de sus edificios durante la IIWW, en las siguientes décadas tuvieron lugar la reconstrucción, reedificación y ampliación de la ciudad.
La capital polaca, vive en un proceso constante de encontrarse a si misma. Respetando su pasado, pero a la vez innovando, Warsaw conquista con este panorama futurista de gigantes de acero y cristal.

Los espacios verdes suponen también una gran parte de la superficie de Polonia en general y Varsovia en particular. Hay 82 parques en la ciudad que cubren en total el 8% de su área. Los más antiguos siempre fueron parte de palacetes como el jardín del Palacio Krasiński, el del Wilanów, el del Królikarnia, el Jardín Sajón y el parque Łazienki.
Varsovia es un lugar para descubrir eternamente ya que continuamente está cambiando. Por su belleza e historia, la capital polaca debería ser un circuito casi “obligatorio” en Europa.
Y, como su mismo lema lo indica, Varsovia desafía las tormentas pero será siempre invencible.


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