Abu Simbel, misterios del templo sagrado

Conocido por el espectacular templo a orillas del Nasser de Ramsés II junto al de su esposa favorita Nefertari, Abu Simbel es uno de los sitios arqueológicos más espectaculares y mágicos del antiguo Egipto. Fueron construidos por Ramsés II, dedicado al culto del propio Ramsés y de las grandes deidades como Amón, Ra y Ptah. De esta manera, el faraón se situaba como una divinidad más del panteón egipcio.


Abu Simbel, cuyo nombre significa “el padre de la espiga”, ya era considerado como un lugar sagrado, relacionado con Hathor, diosa del amor, la alegría y la danza. La elección de Ramsés II de ese sitio no fue al azar, el faraón buscaba ser reconocido como un dios entre otros dioses y el lugar fortalecía aún más esa imagen entre la gente de la época, especialmente ante sus “vecinos del sur”, el pueblo nubio y reforzar la influencia de la religión egipcia en la región.


En la construcción del templo de Ramsés II, siglo XIII a.C. se tuvo en cuenta la alineación con el sol, dos días al año los rayos del sol penetran en la estancia e iluminan las imágenes de Amón, Ra y Ramsés. Estas dos fechas, el 21 de febrero y el 21 de octubre, el sol ilumina la estatua del Faraón y de Amón Ra, quedando sólo la cara del dios Ptah en penumbra, pues era considerado el dios de la oscuridad.


Los templos estuvieron parcialmente ocultos bajo la arena durante más de 2.000 años, cuando entre los años 1960 y 1970 al construirse la Alta Presa de Aswan, las aguas del Nilo amenazaban con inundar y destruir la historia de este valle. La ONU intervino para salvar el Gran Templo de Abu Simbel y se puso en marcha la gigantesca obra de traslado íntegro del complejo a 90 metros de altura del nuevo nivel de agua del lago Nasser. El templo principal se redujo en 2.000 piezas gigantes, con un peso total de cerca de 40.000 toneladas, con el fin de moverlas con seguridad.


Casi dos docenas de monumentos fueron reubicados, entre ellos el Gran Templo de Debod, que ahora está en Madrid como agradecimiento por la ayuda prestada en la salvación del templo de Abu Simbel.


Si de día es impresionante, resulta incluso más encantador de noche, cuando el espectáculo de luz y sonido se despliega en su fachada, con una maravillosa iluminación, música y narraciones. Una serie de artistas inspirados por su historia transportan al espectador a miles de años atrás, para ser testigos del reinado de Ramsés el Grande.
Por su historia, por la imagen increíble del conjunto en medio del desierto y la imponente
presencia de Ramsés II es uno de los sitios que sin lugar a dudas quedan en la memoria para siempre.


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